El tejido adiposo es sumamente complejo en su funcionamiento, y con una gran actividad metabólica (de hecho la mayor parte de los estudios sobre él se deben al incremento de la obesidad en el mundo occidental), así fue cuando en el 2001 los investigadores prestaron especial atención a él, describiéndose luego la presencia de células capaces de convertirse en otros tejidos, que se han denominado células madre (o troncales) derivadas del tejido adiposo (ADSC en inglés).
El campo de la cirugía estética no es la excepción y el uso de células madre ha empezado a revolucionar esta especialidad médica.
Esta terapia consiste en inyectar células madre con factores de crecimiento, en la cara, las manos u otras áreas del cuerpo para rellenar huecos, eliminar arrugas, patas de gallo y deformidades faciales. También se puede usar para aumentar los senos, caderas, pantorrillas o muslos, obteniendo resultados 100 por ciento naturales y duraderos.
Los especialista expertos en la materia, afirman que se trata de un injerto autólogo, es decir, del propio organismo, por lo que no existe riesgo de rechazo del tejido.
Esta demostrado que en diversos trabajos en situaciones particulares donde los tejidos cicatrizan mal, debido a la mala vascularización (aporte inadecuado de sangre y por tanto de oxigeno), el tratamiento con células madre mejora la situación y ayuda a reparar el tejido, también tienen un efecto antiinflamatorio e inmunomodulador
Fue por el año 2007 que al estudiarse porciones de grasa abdominal (extraídas en tratamientos de liposucción), se descubrió que entre una célula y otra del tejido adiposo, había células madre que ayudaban a regenerar a la piel facial, entre otras.
Ahora las células madre extraídas del tejido graso abdominal de la persona, junto a un factor de crecimiento extraído del plasma sanguíneo, son utilizadas por cirujanos plásticos para regenerar y aumentar determinadas zonas del rostro y cuerpo.
En el procedimiento la grasa extraída mediante liposucción, se aparta y se lleva a un laboratorio donde es tratada en conjunto con otros componentes para preparar un concentrado plaquetario a base de factores de crecimiento y células extraídas de la grasa. El tejido integral resultante se transforma en un efectivo implante para los tratamientos estéticos que los cirujanos aplican en zonas faciales y otras partes del cuerpo.
Algunas de las zonas que se pueden mejorar con este tratamiento son los surcos profundos de la boca, el hundimiento debajo de los pómulos, o las manos muy flacas o huesudas, pues al rellenar estos espacios con células madre, permiten a los tejidos recuperarse.
En cuanto a la recuperación del paciente se garantizan mejores resultados, y la recuperación es igual a una cirugía normal.
Los expertos explican que células madres parecen adquirir una memoria parecida a la célula donde se coloca, es decir, que si se inyecta en la cara, adquiere la memoria de la células de la cara.
Esta cirugía sólo estaría limitada en pacientes con antecedentes oncológicos, con patologías como lupus, leucemia o algún otro padecimiento.
El tejido adiposo es sumamente complejo en su funcionamiento, y con una gran actividad metabólica (de hecho la mayor parte de los estudios sobre él se deben al incremento de la obesidad en el mundo occidental), así fue cuando en el 2001 los investigadores prestaron especial atención a él, describiéndose luego la presencia de células capaces de convertirse en otros tejidos, que se han denominado células madre (o troncales) derivadas del tejido adiposo (ADSC en inglés).
El campo de la cirugía estética no es la excepción y el uso de células madre ha empezado a revolucionar esta especialidad médica.
Esta terapia consiste en inyectar células madre con factores de crecimiento, en la cara, las manos u otras áreas del cuerpo para rellenar huecos, eliminar arrugas, patas de gallo y deformidades faciales. También se puede usar para aumentar los senos, caderas, pantorrillas o muslos, obteniendo resultados 100 por ciento naturales y duraderos.
Los especialista expertos en la materia, afirman que se trata de un injerto autólogo, es decir, del propio organismo, por lo que no existe riesgo de rechazo del tejido.
Esta demostrado que en diversos trabajos en situaciones particulares donde los tejidos cicatrizan mal, debido a la mala vascularización (aporte inadecuado de sangre y por tanto de oxigeno), el tratamiento con células madre mejora la situación y ayuda a reparar el tejido, también tienen un efecto antiinflamatorio e inmunomodulador
Fue por el año 2007 que al estudiarse porciones de grasa abdominal (extraídas en tratamientos de liposucción), se descubrió que entre una célula y otra del tejido adiposo, había células madre que ayudaban a regenerar a la piel facial, entre otras.
Ahora las células madre extraídas del tejido graso abdominal de la persona, junto a un factor de crecimiento extraído del plasma sanguíneo, son utilizadas por cirujanos plásticos para regenerar y aumentar determinadas zonas del rostro y cuerpo.
En el procedimiento la grasa extraída mediante liposucción, se aparta y se lleva a un laboratorio donde es tratada en conjunto con otros componentes para preparar un concentrado plaquetario a base de factores de crecimiento y células extraídas de la grasa. El tejido integral resultante se transforma en un efectivo implante para los tratamientos estéticos que los cirujanos aplican en zonas faciales y otras partes del cuerpo.
Algunas de las zonas que se pueden mejorar con este tratamiento son los surcos profundos de la boca, el hundimiento debajo de los pómulos, o las manos muy flacas o huesudas, pues al rellenar estos espacios con células madre, permiten a los tejidos recuperarse.
En cuanto a la recuperación del paciente se garantizan mejores resultados, y la recuperación es igual a una cirugía normal.
Los expertos explican que células madres parecen adquirir una memoria parecida a la célula donde se coloca, es decir, que si se inyecta en la cara, adquiere la memoria de la células de la cara.
Esta cirugía sólo estaría limitada en pacientes con antecedentes oncológicos, con patologías como lupus, leucemia o algún otro padecimiento.