Aunque nos apetezca mucho lucir morenito, debe recordarse que el sol es el primer factor de envejecimiento cutaneo, pero a pesar de ello, conseguir un tono bronceado es una de las metas de la población blanca de todo el mundo occidental.
Lo bueno es que la investigación cosmética en el campo de los protectores solares y bronceadores ha evolucionado mucho en los últimos años, incorporándose de lleno a la cosmética de tratamiento y a la cosmética del color. Ha surgido toda una nueva generación de solares para antes, durante y después de la exposición al sol con fórmulas estudiadas que permiten además de broncear, nutrir e hidratar la piel. A las cremas más o menos elaboradas de aceites suavizantes y ceras vegetales protectoras se han unido, ahora, todos los componentes de los cosméticos de tratamiento, que han convertido a los bronceadores en auténticos productos de belleza y en el tratamiento más importante del verano.
Es importante en el verano preparar la piel, activando la melanina, que es nuestra pantalla protectora natural, para que experimente una fuerte subida al exponer la piel a sol y evite las primeras rojeces o quemaduras.
Los alimentos ricos en caroteno como la zanahoria y el tomate fabrican vitamina A, esto facilita la producción de melalina. Los alimentos ricos en vitamina E y B, como el pescado y las legumbres, evitan la deshidratación y la descamación de la piel, y ayudan a fijar y prolongar el bronceado. Algunos medicamentos, sin embargo, como los antibióticos, las sulfamidas o los anticonceptivos producen fotosensibilización de la piel, lo que provoca manchas, muy difíciles de eliminar. Es conveniente consultar al médico o evitar tomarlos por lo menos una semana antes de empezar a tomar el sol.
En cuanto a la protección de la piel, los tres primeros días de exposición al sol son los verdaderamente importantes. En el primer día es en el que se producen la mayor parte de las quemaduras que muchas veces duran todo el verano. Hay que tomar el sol en sesiones de cinco minutos, que se extenderán a diez minutos el segundo día. El tercer día la piel entra en crisis. Es el momento en que la melanina estimulada durante los dos días anteriores, consigue alcanzar la epidermis pero aún no la protege. Si ese día no se toma el sol o se utiliza una protección total, se tendrá asegurado el éxito.
En las zonas más sensibles, (labios, nariz, hombros) es conveniente usar siempre un bronceador alto de protección, el mismo que se ha utilizado los dos primeros días para todo el cuerpo. También es necesario cubrir las cicatrices y las manchas de la piel con una protección especial. Los puntos con más pigmentación de la cara o el cuerpo se oscurecen y agrandan aún más con el sol y las cicatrices adquieren un antiestético tono pardo. Para estas zonas concretas existen sticks de alta protección o protección total.
Más allá de lo anterior a partir de los 25 años, antes incluso si la piel es seca, es necesario usar un producto específico para el rostro, si se quieren evitar la aparición de arrugas prematuras, ya que a esa edad la piel empieza a envejecer y reduce su capacidad de recuperación.
Aunque nos apetezca mucho lucir morenito, debe recordarse que el sol es el primer factor de envejecimiento cutaneo, pero a pesar de ello, conseguir un tono bronceado es una de las metas de la población blanca de todo el mundo occidental.
Lo bueno es que la investigación cosmética en el campo de los protectores solares y bronceadores ha evolucionado mucho en los últimos años, incorporándose de lleno a la cosmética de tratamiento y a la cosmética del color. Ha surgido toda una nueva generación de solares para antes, durante y después de la exposición al sol con fórmulas estudiadas que permiten además de broncear, nutrir e hidratar la piel. A las cremas más o menos elaboradas de aceites suavizantes y ceras vegetales protectoras se han unido, ahora, todos los componentes de los cosméticos de tratamiento, que han convertido a los bronceadores en auténticos productos de belleza y en el tratamiento más importante del verano.
Es importante en el verano preparar la piel, activando la melanina, que es nuestra pantalla protectora natural, para que experimente una fuerte subida al exponer la piel a sol y evite las primeras rojeces o quemaduras.
Los alimentos ricos en caroteno como la zanahoria y el tomate fabrican vitamina A, esto facilita la producción de melalina. Los alimentos ricos en vitamina E y B, como el pescado y las legumbres, evitan la deshidratación y la descamación de la piel, y ayudan a fijar y prolongar el bronceado. Algunos medicamentos, sin embargo, como los antibióticos, las sulfamidas o los anticonceptivos producen fotosensibilización de la piel, lo que provoca manchas, muy difíciles de eliminar. Es conveniente consultar al médico o evitar tomarlos por lo menos una semana antes de empezar a tomar el sol.
En cuanto a la protección de la piel, los tres primeros días de exposición al sol son los verdaderamente importantes. En el primer día es en el que se producen la mayor parte de las quemaduras que muchas veces duran todo el verano. Hay que tomar el sol en sesiones de cinco minutos, que se extenderán a diez minutos el segundo día. El tercer día la piel entra en crisis. Es el momento en que la melanina estimulada durante los dos días anteriores, consigue alcanzar la epidermis pero aún no la protege. Si ese día no se toma el sol o se utiliza una protección total, se tendrá asegurado el éxito.
En las zonas más sensibles, (labios, nariz, hombros) es conveniente usar siempre un bronceador alto de protección, el mismo que se ha utilizado los dos primeros días para todo el cuerpo. También es necesario cubrir las cicatrices y las manchas de la piel con una protección especial. Los puntos con más pigmentación de la cara o el cuerpo se oscurecen y agrandan aún más con el sol y las cicatrices adquieren un antiestético tono pardo. Para estas zonas concretas existen sticks de alta protección o protección total.
Más allá de lo anterior a partir de los 25 años, antes incluso si la piel es seca, es necesario usar un producto específico para el rostro, si se quieren evitar la aparición de arrugas prematuras, ya que a esa edad la piel empieza a envejecer y reduce su capacidad de recuperación.